Miguel Pérez Calvente era uno de esos carnavaleros castizos por su nivel de procedencia, de hecho había nacido en la calle Paraguay, en el barrio de La Viña. A lo largo de su dilatada trayectoria en la fiesta grande de Cádiz, en la que recibió todo tipo de reconocimientos incluido el Antifaz de Oro en el año 2000, había salido en más de 30 agrupaciones, sobre todo chirigotas y cuartetos, ya que las modalidades de la gracia fueron las que le encumbraron en la casa de los ladrillos coloraos. De hecho fue uno de los grandes renovadores de la modalidad de los dos palos en los tiempos de mayor decadencia.
Entre sus cuartetos más recordados, Los de Katanga, el año 1975, del que formaban parte Manuel Castejón, José Piulestán y Francisco Sánchez, y Los Karajotecas, el último de Agüillo hijo, con El Peña, El Masa y Manolete. Siempre mantuvo que el cuarteto es la modalidad más complicada, ya que supone enfrentarse solo, cara a cara, al público del teatro, lo que él estuvo haciendo mucho tiempo con la chirigota de El Love, compartiendo la actuación del grupo con sus cosas, entre parte y parte del espectáculo. La chirigota incluso llegó a dedicarle en 2011 un pasodoble con Los gafas.
Criado en su barrio de La Viña, estudió en el Colegio de La Palma y, posteriormente, en la Salle Viña. A los 14 años dejó los estudios para trabajar. Contrajo matrimonio a los 20 años y gran parte de su trayectoria profesional se desarrolló en Astilleros. Un hombre simpático y una persona sencilla, un gaditano que ha llevado el nombre de Cádiz por toda España con mucho orgullo. Descanse en paz.